La familia si bien apoyaba la posibilidad de la donación, exigió de inmediato nuevas pruebas que corroboraran que Madeleine Gauron estaba realmente muerta.

Para sorpresa de todos, Madeleine despertó al día siguiente e inmediatamente se sentó en la cama y comió yogurt.

Tanto la hija como el hijo de Gauron estaban consternados con la idea de haber accedido a donar los órganos de su madre. “Ellos la habrían matado”, dijo su hijo.

“No tiene sentido tratar a la gente de ese modo. A pesar de que ella tiene 76 años y está enferma, no tenía que pasar por todo esto”, insistió su hija.

Madeleine reconoció de inmediato a su familia; ahora puede comer, hablar y caminar. Sus hijos han decidido emprender acciones legales contra el hospital.

Son cada día más frecuentes las historias como estas. “La muerte cerebral”, ha sido cuestionada por familiares y profesionales médicos. ¿Fueron los criterios de “muerte cerebral” creados para asegurar la obtención de órganos frescos?

Las regulaciones suecas, por ejemplo, requieren que los médicos determinen la muerte cerebral a través de ensayos clínicos específicos. No obstante, estos ensayos en conjunto con los rayos x aplicados al cerebro son realizados en pacientes seleccionados.

La autora de la tesis, Anne Flodén, una enfermera registrada e investigadora en el Instituto de Ciencias de la Salud y de la Atención, ha dicho que el resultado del estudio es problemático, lo que indica la necesidad de lineamientos claros en torno al proceso de diagnóstico y la posterior donación de órganos.

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